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Domina tu fuego interior

Fuego
EMOTIONAL APPS SL

EMOTIONAL APPS SL

Publicado el lunes, 18 de diciembre de 2017 a las 11:00

El enfado es una emoción básica que nos permite defendernos en situaciones de amenaza. Puede aparecer tanto por hechos internos como externos. Un niño, por ejemplo, puede enfadarse porque siente que sus notas no son buenas (interno), o bien porque su hermano lo ha empujado (externo).

Sentimos enfado de forma más o menos habitual sin que ello derive en grandes problemas. Sin embargo, cuando se pierde el control, el comportamiento que resulta del enfado puede tener consecuencias negativas y genera unos efectos sobre nuestro organismo que se relacionan con multitud de alteraciones y enfermedades como la ansiedad y la depresión. Por tanto, ¿cómo gestionamos esta emoción?

La investigación científica ha demostrado que la capacidad de gestionar la emoción de enfado nos permite tener una mejor salud física y un mayor rendimiento académico y laboral. Reduciendo los problemas de conducta, fomentando el autocontrol, la confianza en uno mismo y las buenas relaciones con los demás.

Muchas veces el enfado nos lleva hacia conductas agresivas. Sin embargo, responder agresivamente ante cada situación de amenaza no siempre es lo más adecuado. La violencia acarrea conflictos sociales, dificultades con la familia, problemas con la justicia y daño físico o emocional. Por lo tanto, es importante conocer formas saludables de controlar la ira.

A continuación exponemos algunas formas de manejar el enfado:

  • Desarrolla la empatía. Por ejemplo, le puedes preguntar a un hermano: “¿Cómo piensas que se puede sentir mama cuando le gritas?” o “¿Cómo te sentirías tú si Pablo te hiciera lo mismo?”.
  • Admite cualquier sentimiento pero no cualquier comportamiento. Es decir, uno puede sentirse frustrado, pero no por ello puede golpear, patear o agarrar a otro para expresar lo que siente. Puedes sentirte muy enfadado/a con tu pareja pero no por ello vas a comenzar a insultar ni a sacar todos los trapos sucios olvidados.
  • Aprende hábitos de control de estrés. Evita arrebatos de ira, por ejemplo, participando regularmente en actividades como el ejercicio físico, la lectura o la música, de este modo te mantendrás alejado/a de aquello que te irrita.
  • Inspira profundamente. Antes de reaccionar agresivamente cuando estés enfadado/a cuanta hasta diez para no decir algo de lo que después te puedas arrepentir.

El detonante universal del enfado es la sensación de hallarse amenazado. Y no solamente nos referimos a la amenaza física sino también, como suele ocurrir, a cualquier amenaza simbólica para nuestra autoestima o amor propio.

Calmar la cadena de pensamientos negativos que alimentan al enfado es una de las técnicas más eficaces para gestionar esa emoción. Cuantas más vueltas le demos a los motivos que nos llevaron al enfado, más “buenas razones” y más justificaciones encontraremos para seguir enfadados.

¿Quién no se ha enfadado con alguien y le ha dicho cosas de las que luego se ha terminado arrepintiendo?

Cada situación que nos lleve a afrontar sentimientos de enfado es una oportunidad de aprendizaje. Cuando notes que mantienes la calma ante una situación irritante, remárcalo y felicítate. En cambio, si notas que no controlas bien el enfado, trata de resolver el problema. Pregúntate, por ejemplo, qué podrías hacer la próxima vez que te suceda algo que suscite tu enfado. Encuentra opciones como “avisar a un conocido” o “dar la espalda”, y luego intenta que la próxima vez reacciones de este modo. Los pensamientos obsesivos son la leña que alimenta el fuego de la ira, un fuego que solamente podrá extinguirse contemplando las cosas desde un punto de vista diferente.

“Aferrarse a la rabia es como agarrar un carbón ardiendo con la intención de tirarlo a alguien; eres tú quien te quemas”.
-Buddha
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